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La contaminación atmosférica puede contribuir a la pérdida de memoria en la enfermedad de Alzheimer

         Imagen de Canva que relaciona la contaminación atmosférica con daños cerebrales (fuente: blog Instituto de Salud Global de Barcelona “Contaminación atmosférica y demencia”).

La contaminación atmosférica contribuye aproximadamente a casi 7 millones de muertes prematuras cada año, y sus efectos no solo aumenta el riesgo de asma y enfermedades cardíacas, sino que también puede contribuir a enfermedades cerebrales tan diversas como el Alzheimer y el autismo.

Investigadores de Scripps Research han descubierto cómo un cambio químico en el cerebro, desencadenado por la inflamación y el envejecimiento, así como por las toxinas presentes en la contaminación atmosférica, altera el funcionamiento de las neuronas. Los científicos afirmaron que este cambio químico, conocido como S-nitrosilación, impide que las neuronas creen nuevas conexiones, lo que provoca la muerte celular.

El autor principal del estudio, Stuart Lipton, descubrió que la S-nitrosilación es un proceso químico mediante el cual una molécula relacionada con el monóxido de nitrógeno (NO) se une a átomos de azufre dentro de las proteínas, produciendo SNO, alterando su función y formando lo que Lipton denominó una tormenta de “SNO” en el cerebro. El NO en exceso se forma en respuesta a pequeñas partículas y compuestos relacionados con los nitratos (PM2,5 o NOx) presentes o desencadenados por el cambio climático y la contaminación atmosférica relacionada con el tráfico de automóviles, el humo de los incendios forestales, los pesticidas y las carnes procesadas.

Mediante el empleo de células cerebrales cultivadas en ratones y humanos, los investigadores confirmaron que el exceso de NO provoca la S-nitrosilación en la proteína CRTC1, esencial para formar y mantener conexiones entre las células cerebrales. Además, descubrieron que esta modificación química impedía la unión de la CRTC1 a otras proteínas reguladoras cruciales, provocando que otros genes necesarios para la formación de conexiones entre neuronas no se estimularan.

Estos hallazgos podrían explicar también por qué el riesgo de Alzheimer aumenta con la edad, pues incluso sin estar expuesto a toxinas ambientales, el envejecimiento provoca un aumento de la inflamación y niveles más altos de NO, mientras que las defensas antioxidantes del organismo se debilitan. De esta forma, las proteínas son más susceptibles a reacciones dañinas de S-nitrosilación.

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